La huida del mundo real

Blog de poesía y política

1.24.2004

STEMBERG

La Cinémathèque Française ha decidido invertir, para agrado de intelectuales, en restaurar copias de gloriosas producciones que morí­an de nitritosis como imperativo trágico de ontología, es decir, estaban hechas una mierda, a puntito de pudrirse porque el soporte impreso con cristales de plata, era de material orgánico. La filmoteca española, por su parte, gentilmente regala las proyecciones en el marco del emblemático (antes de almodóvar, lo digo por su último éxito donde rescata el local como un cine insigne y móvil del crimen de su película), pero no menos hermoso cine Doré.
Hasta ahí­ fui esta tarde, terapéuticamente, después de asistir a con el mismo fin a una charla sobre terapéutica y teatro en LAGRADA... agradable el esfuerzo de un inteligente Miguel Torres lejos de voraces intereses de poder, da a su propio espacio el sabor reflexivo que un centro artí­stico debe poseer, además de poner su propio cuerpo en llevar a buen puero el intento (que se siga repitiendo, Miguel...), en fin, que me enrollo demasiado, en la filmo, invitado por Marie Lourties y después de haber cenado unos huevos poché en un exquisitísimo guiso de verduras de aromas y gustos provenzales, de la mano de Andrés, su compañero, asistimos a la proyección de The Saga of Anatahan, una sesuda robinsonada protagonizada por japoneses donde la propia narrativa cede ante la evidente realidad: son japoneses de ojos rasgados los que pagan la producción, ergo, la narrativa se amolda, así, un grupo de militares del imperio del sol, en pleno 1944, arriban a Anatahan, una isla remota, situada en lo más inhóspito del pacífico, y toman posesión de ella como territorio Japonés para defenderlo del enemigo... tangencialmente aparecen una pareja de Japoneses que ya vivían a lo Tarzán y Jane en la dichosa roca marí­tima. Más allá del valor como artículo de factura tí­picamente norteamericana de los años cincuenta, es fascinante ver a actores japoneses actuando en un mismo código que la mejor de las Elizabeth Taylor o cualquiera de los Clark Gable. La película rodada enteramente en Japonés, está narrada en Inglés por el propio Stemberg (su director, olvidaba mencionarlo), además de estar el copión con subtítulos en francés (por la evidente restauración de la Cinémathèque), y habilitados los subtítulos en castellano, debajo de la pantalla; así­, la experiencia brindaba una superposición de planos lingüísticos interesantísima: habí­a que leer ya que el sonido no era el mejor por la calidad del copión pero aún así­ la narración del director formaba un curioso elemento de lenguaje que cerraba por completo el hecho fílmico, brindando deliciosos momentos de suspenso donde sonaba el idioma japonés que por momentos llegué a tener la ilusión de entenderlo.
Marie, se apresuró la gabardina por la calle Santa Isabel y mientras yo regresaba con Andrés por el callejón del mercado de Antón Martí­n, Madrid era una especie de recuerdo del año en que mi Madre vení­a a filmoteca, para ver una pelí­cula.
:: León Sierra huyó a las, 20:21

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