La huida del mundo real

Blog de poesía y política

4.23.2004

Un día en el campo

Muy diferente al escapismo burgués de Turgueniev, he pasado dos días en casa de Martín e Isabel en La Pradera de San Idelfonso (Valsaín), en la provincia de Segovia; y a pesar de acoplar al léxico el nuevo término bon-vivant, esto no fue, insisto un derroche de medios, propiedades privadas y dinero, Martín es un hombre generoso y su hospitalidad increíble, pero lo más bonito, lo más enriquecedor fueron las largas charlas sobre teatro-filosofía que mantuvimos estos dos días. Martín insiste en llamarme joven promesa y me abre los ojos a un futuro no demasiado lejano donde poder aplicar las herramientas que he adquirido en los últimos siete años al frente de una sala de teatro para poder invertir en mí como empresario teatral... los miedos y las vergüenzas aparecen pero también he de admitir un cierto deseo, impulso, llamado de la selva artística (como el llamado de Jack London)... ansiedades instaladas en un no querer desapegarme de las tablas, como si nunca más las volviera a pisar con este nuevo empeño, él contesta a mis dudas haciéndome escucha música de Ryuichi Sakamoto y contándome de cómo pasó éste de modelo a músico y cómo atrapa talentos musicales para combinarlos y crear esos cortes tan espectaculares: haciendo exclusivamente lo que desea, no lo que necesita.

Muchas incógnitas planteadas. Campo abierto. Aire y buena, buenísima compañía.

Al volver, ayer por la tarde, no pude pasar por casa para ducharme y cambiarme a de ropa para ir al estreno, al cual fui, lo vi y me vine rapidito. Una apuesta de un clown clásico para unos actores de texto. Correcta y hasta un poco fría en mi opinión, la puesta tiene grandes lagunas donde el espectáculo se vuelve lento y largo simplemente porque los actores no están acostumbrados al feed-back del público y no atrapan a éste en sus gags, correrctos pero no perfectos... También echo mucho de menos una postura política clara de parte del puestista, su posicionamiento en el pacifismo militante y positivo no ayuda nada a la narrativa de un Brecht furibundo por la muerte engendrada por la guerra, la muerte unos concretos, claro, no la muerte en general. Políticamente correcto y gracioso, verdaderamente gracioso en ciertos lugares.

En casa no pude abrir el ordenador, de lo cansado que estaba, y aquí me tenéis a las dos del siguiente día...

:: León Sierra huyó a las, 07:43

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