La huida del mundo real

Blog de poesía y política

7.22.2004

Mi matrimonio Gay
a proposito de una discusión en EC

No querría un altar de un día para santificar o legalizar mi amor, me gustaría ritualizar mi vida con el hombre al que amaría, respetaría y admiraría durante todos los días de mi vida; que los desayunos sean agradables tertulias con sonrisas, que en mis mañanas de trabajo me sienta acompañado y respaldado con su presencia, que nos divirtamos preparando unos espaguetis con cualquier salsa mientras nos damos un beso furtivo poniendo la mesa, que los noticieros no nos dividan más allá del comentario jocoso sobre el personaje de turno, pero que procuren darnos una charla salpicada de intercambios emocionantes; que haya tiempo de una siesta rápida mientras se escurren los platos para volver a la faena cotidiana de las letras, que el abrazo sea cálido, que me ponga unas alas preciosas y me invite a volar libre mientras él no está y yo pueda aterrizar en el nido sabiendo que quien me espera, me ama y me respeta, que vuelva con amor a las mantas nocturnas donde Eros duerma o pida un juego, que mis sueños sean velados mientras acompaño los suyos, que no se enferme para no sufrir demasiado y no tener que desvelarme demasiado, que sepa qué medicina comprar para una fiebre absurda, que inauguremos en los fines de semana una expedición salvaje a cualquier museo o concierto o montaña, que cerremos la puerta cuando queramos tener intimidad para compartir silencios, que me de la mano paseando por Praga, que me ponga el listón alto y me exija ser mejor, que él se exija, que, si todo esto no es posible, vivamos como podamos separados pero juntos, que cualquier accidente sensual no sea un ultimátum para mí ni para él, que no ocurra lo imprevisto y si ocurre que tengamos la misma inteligencia para sortearlo del modo en el que sorteamos el imprevisto de conocernos, que disolvamos los conflictos con pasión y razón, que se deje amar, que tenga por el qué amar, que me llene, que se deje hacer, que no tengamos bienes, que alquilemos coches para viajar, que me oferte lecturas insólitas, que se emocione con mis lecturas y enjuguemos un par de lagrimitas con Puccini si cabe, para luego reírnos del asombro de vivir, que sea un militante de la vida, que se defienda, que me defienda y que a nadie se le ocurra dañarlo en mi presencia, ojalá ni siquiera en mi ausencia.

Quiero eso, pero no quiero un matrimonio con madrinas y padrinos y cuñadas y primos y amigos que nos exija que haya todo lo anterior cuando no lo hay.
:: León Sierra huyó a las, 07:24

0 Comments:

Add a comment