La huida del mundo real

aprovecho el repunte de público que busca la palabra "comepollas" en el search de google o en el del MSN para anunciarles que me he descapullado el corazón huyendo, como siempre, en un ascensor que brindaba escaleras y crujientes peldaños de hojalata.
corría y corría escapando de las sexualidades políticas tan bien juntas en las magdalenas que los del congreso mojan en cada discurso, el que me nombra extraño, el que me aleja de la sonrisa, el que me da fuerzas para mandar a tomar por el orto en argentino y en guayaco. no me asusta que me vean desnudo , pero he de reservarme la libertad de la autocrítica severa con la naturaleza tan entregada a mi cerebro y tan mezquina con mi cuerpo. huelo bien, eso si, procuro oler bien. todo puede pasar pero a la cama hay que llegar con el olor preciso, que no es el dulce ni el ácido, sino todo lo contrario. tu deseo es el camino: te dominaré y serás mío. hasta que lo desee.

me parece una gilipollez que cincuenta y ocho personas entren a la página Web buscando una foto de algún/a comepollas. pienso en la banana de Celebrity, en la didáctica mamada tropical. confesémoslo: a todos nos encantan las pollas, además grandes! Boris Izaguirre me lo descubrió con su teoría del micropene que sitúa a tu propio sexo (y porsupuesto al de tu pareja), en el feliz detonante de la búsqueda del pene real, la polla, el pollón. No, no, no, no, no... yo no. (otro que lo niega) (otro que no se ha dado cuenta) (otro que no disfruta) (otro afortunado) (menos mal, otro!) (otro?)
yo en el otro lado de mi otro yo me hago una autocrítica.
Viva la muerte del fin! Muera la vida del ser, omnisciente, omnipresente, masculino y genérico. ahora todas somos yo en un equilibrio de escucha de la que eres tú.