La huida del mundo real

Intento temblorosamente escribir palabras por la muerte de Eduardo Haro Tecglen, que ha sucedido hoy a la madrugada. La noticia me ha encontrado en un escape por la red que he realizado en mi trabajo y ha transformado las últimas horas del día en un inestable velero que navegaba por su blog, leyendo la inmensa manifestación de afecto , un algo que a pocos les desquicia: su pensamiento, porque, qué otra cosa podría conocerse de este hombre cierto?

Me reconozco en varias lágrimas que he leído, también me reconozco en aquella lucidez que echaba tanto en falta en España, la verdad de la palabra de izquierdas, crítica y dura con la defenza de sus principios, la ausencia de complacencia con el propio espejo y a su vez paradigma de militancia: el socialismo cubano.

Me reconozco dolorido por su último deseo (entregar su cuerpo a la ciencia), deseo compartido con mi padre -que nosotros no pudimos cumplir, por cobardía cristiana; común deseo, hombre común, el hombre que creen en el ser común y sus derechos, los que son para todos y lo son en función de todos.

No soy hoy un individuo, soy un hombre como muchos hombres y mujeres que nos tragamos un llanto por la ausencia repentina de un ser querido, que nos une, que nos ha hecho vestirnos de rojo, para acompañarlo en su despedida.

Siempre vivo el pensamiento de Eduardo Haro Tecglen.



hay en El País, un espacio para leer todos sus artículos publicados allí.

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