La huida del mundo real

Blog de poesía y política

12.04.2005

La familia de tu piel

Hombres. Distraídos animales de pelo violento, los hombres son torpes criaturas que se desplazan por la noche dominando el lenguaje.

Mientras las calles se empinaban y alisaban en sus pasos, él pensó en ti con ternura, como siempre piensa en ti. ¿Recuerdas aquella vez, la primera, qué sonrisas y qué prisas para meteros en aquel garito de la plaza de Santa Bárbara, ese de las botellas de colores en espejos bruñidos a mano, esa prisa atropellada de utilizar la cerveza para que ella os condujera al placer del cuerpo jóven que deseabais en el otro? Y luego, el colegio mayor, tú a horcajadas sobre su pequeño sexo, y luego él escapando con su negra gabardina entre miradas de colegiales distraídos; luego esos poemas tan a destiempo, tan antes de todo, tan en un lugar que ni tú ni él debían transitar todavía, quizá nunca, esos poemas que te asustaron, esos que se perdieron en alguna quema irresponsable de sus textos, pobre hombre, pobres letras.

O el otro día, en el hostal que escogiste para festejar tu cumpleaños, en medio de la nube de hierba verde, densa como una cortina de sueños, rodeado de tus antiguos amores que has sabido reciclar de menera billante, yo sentí las pieles de esos hombres y supe de tus deseos, en un compendio maravilloso de risas y caricias nuevas, incluyentes, porque todos formamos parte de la familia de tu piel. Hombres y hombres u hombres de mujeres que te quieren, u hombres con mujeres que te aman, lanzan cabos penetrantes en esta expedición que es compartirnos; yo, tendiendo palabras en arquitecturas arabescas y recibiendo confianza en ti, conpartiendo el amor que nos une en comunidad, dibujando esperanza en el caos del mundo... Mientras, tú, entre líneas, ejecutas la mejor de tus artes: la performance: y mientras Bakunin se peleaba con Buttler y mi mirada de la miseria mundial, tu metías tu mano por un pantalón roto en la entrepierna de aquel hombre, el más guapo de la noche, y me veo a mí en la tesitura real de la vida, y entiendo el porqué del estancamiento del ser humano, porque no puedo hablar de Marx y ver a dos hombres procurandose un juego real, más real que todas las palabras de la noche: mi erección crece y mi inteligencia se acciona como un rotor nuclear. ¿Seguro te marchas a tu casa? me dijo el moreno de la rotura en el pantalón. Seguro no, pero me voy. ¿De verdad? De verdad tampoco, pero me voy. Y la calle de la ballesta era un paisaje amable, derrepente, toda la ciudad se abstrajo en el frío que expulsado de mí por mi ropa, me encapsuló en un monólogo con pasos rumbo a mi casa: la europa cristiana que quiere redimir sus culpas detrás de un discuros endeble de organización dentro del sistema, como si Foucault negara la profusión del cambio, como si aburguesarse sea no tan terrible y la única opción de esta europa en castellano, frente a problemas reales que le tocan por primera vez, la inmigración o más lejos aún: la miseria y la muerte masiva en aquellos continentes, que mal pretendidamente, esta gobalización parece haber resuelto el problema y creemos que con dos euros de mierda que invertimos en un cero coma séxtuple cero seis por ciento de la población ya resolvemos el problema mundial, dentro del sistema: feministas radicales, postmodernos pero jodidos, biopolítica y su puta madre.

Solo la mirada dulce de aquel hombre, me recordó la hermosa mirada de mi amante, mi amor, el hombre que me hace, en poesía, ser un hombre limpio y digno para mí, para él y para el hombre; la bondad de éstos sale a flote desde su interior y esculpe un rostro bueno y una luz bella en sus ojos.

El abrazo fue intenso y tus besos, como siempre, dicen más, y comprendemos.

Escrito para Opi, con afecto.

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:: León Sierra huyó a las, 12:42

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