La huida del mundo real

Blog de poesía y política

1.08.2006

La casa eterna

Por pasillos crujientes se vuelcan los fantasmas;
nuestros pasos avanzan hacia la arrogancia
que destila el brillo de sus labios:
el hijo, habitación del pánico y horas de pasión.



La casa se comba, los recuerdos rozan
la marcha es un satinado saludo
que reverbera nauseabundo
entre la dicha y el llanto:
mis certezas diluidas entre viento, agua y mirada;
pierdo el equilibrio del triángulo equilátero
-me agarras fuerte-,
y salto por la arista de tu frente,
ya agua
ya viento
ya cuerpo desnudo mojándose en el mar.



Horas inmensas se estiran como árboles
tocan el cielo escayolado de tu infancia mojada;
sábanas como telas, con olor a viento,
viento en tus pantalones denunciando el frío,
lluvia cálida entre sueños niños
y mujeres lejanas,
mujeres enteladas,
enguantadas,
ensombreradas y perdidas en tu tacto;
la casa se estrecha entre mujeres, niño viento,
aire inerte y delgado,
aire para apagar una vela.



Distante, la casa, es un recuerdo;
el sueño es el bálsamo del olvido;
entre nubes, la sombra de la casa nos aguarda,
nos sitia,
nos cobija de los besos.
Sustos y gozos
en montículos de hierba,
lugares donde el sexo, nos recordará más tarde,
años más tarde,
el esplendor de la infancia.



Afuera llueve, chino,
el jardín granadino se colapsa con tus diecisiete,
mis ropas te recuerdan,
como si me hubiera despertado de la siesta
(y tú, en el quicio de tu casa, soñando).

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:: León Sierra huyó a las, 10:59

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