La huida del mundo real

Blog de poesía y política

5.30.2007

Ser y Representar(se)

Más información sobre el libro



Volver a ser Imelda
de Ariel Capone

Editorial El Tercer Nombre
15 x 22,5 cm / 251 pp
Encuadernacion: rústica
19.00 €
ISBN 84-935102-7-0



Cuando empecé mis cursos de interpretación en Madrid estaba muerto de miedo. Al otro lado del espejo, como de un país maravilloso, la realidad me devolvía imágenes raudas y gentiles de una ciudad más bien fría y distante –¡vaya fríos son los europeos!, pensaba mientras los primeros españoles dirían de mí, ¡vaya usted a ver lo frío de los escandinavos!

Un chico español introvertido y bastante rápido para llegar y para irse me llamaba la atención, cuando aquello era una pesada bruma que no se sabía bien si era interés o erotismo. Viniendo de Ecuador, mi carga moral y cultural no me dejaba dilucidar en aquella diatriba que poco a poco se fue decantando por el interés escénico, que era cada vez más fuerte porque en sí mismo se convertía y convertía a las clases con el maestro argentino en verdaderas lecciones de filosofía. El discípulo aventajado era un Ariel Capone, que sirviendo de herramienta, ayudaba a aprender, ejemplarizándose generalmente en aciertos técnicos por su gran capacidad de asimilación, su fuerza y su constante inquietud (en el más estricto y literal sentido de la palabra). Dos años después, los dos compartíamos el trabajo de una escena. El material textual, Macbeth, un Shakespeare que nos retaba a defender a un príncipe y a un usurpador de su corona. Aquel trabajo nos acercó humanamente y poco a poco descubrí que ese chico, musculazo y “producido”, albergaba a un escritor. Una vez, llenó mi diario personal con versos de Oliverio Girondo, que se los sabía de memoria y otra vez me enseñó un par de relatos propios, uno de los cuales formó, más tarde, parte de su primera colección de relatos publicada, Rosa de los Vientos.

Es curioso pensar en que ahora me disponga a hablar de un libro cuya trama tenga que ver literaria y filosóficamente con la representación (y que tenga que hacerlo bajo este singular y casual manto que es el pasado compartido, en el aprendizaje de la representación) y la interpretación. Quizá no establezcamos nunca el límite natural de ambas facetas del devenir de la conducta pero las dos actúan en una permanente batalla que configura nuestra personalidad y de la que los escritores se nutren unas veces a sabiendas y otras en total ignorancia (aunque con maestría), de sus intrincados y múltiples laberintos y posibilidades.

Imelda se lanza al viaje entre lo que tiene que hacer para ser alguien, cada día, en cada función, y lo que tiene que dejar de hacer para dejar de sentirse haciendo ese papel en su cotidianidad. Esto, aunque suene a trabalenguas, encierra la esencia del libro de Ariel Capone; esto y curiosos paisajes de elaborada literatura donde descripciones encierran descripciones y donde el espacio parece contener al tiempo y viceversa en una animada calma que no suelta las riendas del lector pero que tampoco cede ante el dócil placer de lo comercial, lo vanamente comercial. Yo pienso en esta obra como un ejercicio. Un serio ejercicio con sus propios fantasmas, un pequeño juego. Quizás Ariel no imaginó que de tan pequeñez lúdica pudiera verse enfrentado a dos de sus grandes pasiones: la literatura y el teatro. Quizás Ariel no midió lo lejos que podría –y puede- llevarle este intento, pero lo que sí es cierto es que es una tentativa divertida y halagadoramente honesta.

Veo cómo ríe Ariel cuando nos vemos y veo lo humilde que acepta el éxito de su publicación. No olvidemos nunca que el solo hecho de publicar un manuscrito es una espectacular hazaña para cualquier creador en este mundo del mercado, donde lo vulgar campea como una peste entre nosotros, lectores y escritores. Río entonces con él y me congratulo de este hallazgo.

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:: León Sierra huyó a las, 11:16

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