La huida del mundo real

Blog de poesía y política

6.20.2007

Una mañana en el museo

Frente a mi oficina de empleo está el Museo Reina Sofía. Es curioso cómo se relativizan las cosas cuando uno está en paro. Hoy decidí ir a visitarlo en solitario, después de acercarme a ver una oferta de empleo de dependiente y recepcionista de una óptica.

No hay nada como un museo a muy tempranas horas del día. El silencio, las obras, las paredes están como para ti. La experiencia hoy fue además singularmente impactante por el buen hacer museográfico. He de decir que la ampliación del Sofidú me gusta más que el edificio antiguo, cuestión de gustos supongo. Y aunque parece gigante por fuera, el espacio interior es notablemente más pequeño que lo que parece y lo hace ser muy llevadero a la hora de caminarse una exposición demasiado grande.


He visto tres temporales que me han interesado especialmente. A los cinéticos los conocía porque el año pasado, visitando Ecuador, vi una exposición monográfica organizada por el Ayuntamiento de Quito sobre la obra de Jesús Soto, desde sus pequeñas esculturas con ilusiones ópticas a varios de sus penetrables de gran formato. Ahora, con las obras de Soto, más cinéticos (una gran variedad), comparten esta colectiva que incluye visiones del movimiento de los surrealistas o los constructivistas, quizá en un empeño más didáctico que formal. Aún así, lo estrictamente cinético como planteamiento y desarrollo está ampliamente recogido. Especial mención tiene la obra de Carlos Cruz-Díez que sorprende por cómo emociona al visitante (he colgado fotos en mi flickr).


También he visto dos pequeñas temporales además: Wolfgang Laib y Alberto Peral.


Sobre Laib decir que es una experiencia acerca de la experiencia. Si podéis ir entre semana y a una hora temprana, mejor (ojo con los alérgicos, pues utiliza polen para una de sus obras). Son cuatro piezas de extraordinaria pulcritud y espacio. El concepto artístico o la verdad poética que esas piezas encierran está paradójicamente encerrado en la producción y los materiales con los que están trabajados: Arroz, cera de abeja, mármol, leche y polen de avellano. La simpleza antropológica como pista de despegue hacia el absoluto filosófico y en medio: el color, el olor, la rabia, la pobreza y el ser humano, pívot de la creación.


Para terminar, Peral, en un imposible y redundante cenital solar, no deja sombra sobre figuras y geometrías de unos bailes ancestrales de la península. Proyección en vídeo, que en un bucle eterno, dibuja un cuadro de personajes y caleidoscopios sobre tierra. Dentro solo oscuridad y silencio. Sobrecogedor.


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:: León Sierra huyó a las, 11:17

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