La huida del mundo real

La creación artística es ante todo un punto de vista, una posición política acerca del objeto de deseo propio o ajeno. En este paradigma, Fabiano Kueva transita mundos creados a partir de la subversión de los discursos del sujeto deseante o espectador y convierte a su trabajo en una constante deconstrucción del escondite narcisista que puede brindar un escenario sea este físico o virtual.

En la lucha dialéctica que ocurre entre lo que soy con lo que no quiero ser, o entre lo que debo aparentar con lo que me da la gana de no hacer se construye una propuesta nueva y verdadera que sostiene o es más bien sostenida desde un desarrollo histórico de la palabra -o vox, como él mismo narra en uno de sus más incisivos trabajos, donde pone a debatir la creación radiofónica de Orson Welles con la construcción real de una palabra representada que contiene y es, se crea a sí misma más allá de la virtualidad. La voz como sujeto político que responde a los nuevos escenarios de la representación ciudadana. O su ausencia.

El tan últimamente puesto de moda empoderamiento de los espacios restringidos para ciertos actores de la cultura contemporánea del capitalismo global y reggaetoneano, nos deja a la deriva dos formas de injerir en la historia: instituir o subvertir. Este politicum binario ya en el propio enunciado está determinado por el discurso de poder y hereda de él subrepticiamente la capacidad para reconstruir y reconstruirse inclusive en la negación, en la insurgencia, en el constructo cultural dialéctico.

Ahí donde muchos intentan amalgamare en la industria cultural y otros fracasan en la elaboración contracultural; ahí donde el delicado límite de la honestidad es tan incómodo que es preferible el sitio burgués del espectador, Fabiano Kueva habita en la paradoja. La creación de Kueva, a parte de diversa, da cuenta de algo más que productos artísticos pret à porter, cada proyecto nuevo en más bien un atado de preguntas incómodas que van determinando la propia creación del objeto artístico/artesano y el devenir cultural del uso y consumo del mismo.

La política de creación de Kueva a través de la plástica, el audio, la escena, las letras, se insinúa como una búsqueda obsesiva de arquetipos que responden a aquellos interrogantes que lanza con cada apuesta y eso, precisamente, lo convierte en una exquisitez cultural para entendidos (incómodos) o una rareza artística inclasificable.

Más allá del ambiguo territorio que asoma al ponerle racionalidad y academia a la observación del trabajo de Fabiano Kueva, vemos claramente un punto de vista necesario y transformador de un artista que se construye -sólidamente- en su propia autocrítica. Todo un lujo.