La huida del mundo real

Blog de poesía y política

4.28.2006

Noticia

Comparto con vosotros la alegría.

Han galardonado a mi poemario La Huida del Mundo Real, con la Tercera Mención de Honor en la VI Bienal de Poesía Ecuatoriana Ciudad de Cuenca.

Felicito a los otros ganadores y agradezco vuestras lecturas y espuelas.



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4.25.2006

Celo

I

El gato lloraba
desde
las cinco de la mañana:
Yo mutilé sus genitales
para calmar
su venganza.


II

Le daba de comer
galletitas de amor;
y el perro,
un día,
se volvió entre dientes
y marcó mi piel.

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4.21.2006

Tren al Sur



invitados: Los Prisioneros


Siete y media de la mañana
Mi asiento toca la ventana
Estación central, segundo carro
Del ferrocarril que me llevará al sur.

Y ya estos fierros van andando
Y mi corazón está saltando
Porque me llevan a las tierras
Donde al fin podré ver nuevo

Respirar adentro y hondo,
Alegrías del corazón, Ajaja!

Y no me digas pobre
Por ir viajando así
No ves que estoy contento
No ves que voy feliz.

Doce y media en la mañana
El olor se mete en la ventana
Son flores y animales, que me dicen
Bienvenido al sur.

Yo recuerdo a mi papito
Y no me importa estar solito
Porque me llevan a las tierras
Donde al fin podré de nuevo

Respirar adentro y hondo
Alegrías del corazón

Y no me digas pobre
Por ir viajando así
No ves que estoy contento
No ves que voy feliz
Viajando en este tren,
En este tren al sur


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4.16.2006

Volver






















Como un tango
(con uno, hermoso),
Almodóvar ha vuelto
rojo
y borracho;
ha creado su mejor película.


La recomiendo intensamente.



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4.08.2006

Descansa, por favor.


Bitácora. Días revueltos, viaje a Ecuador, cariño de Madre, de familia, de sol que se esconde en tempestades plomas, rápidas; cielo que se cae entre ruido de pólvora, cielo que te aplasta a muchos metros por encima del mar: aire enrarecido, colores fuertes. Mi país, con comida y una que alegría que se solapa entre la miseria; tristezas disueltas por la química, buena elección. [¡atención, 4.100msnm, no corra, es peligroso!] Podría resumir así mi viaje de nueve días a Quito, que luego se extendió a Guayaquil. Viaje íntimo.

El día de la vuelta, lunes, recogiendo mi equipaje, en la sala once de la terminal cuatro del nuevo aeropuerto de Barajas, suena mi movil, tengo un casting, buscan un argentino, de dieciseis a dieciocho horas, digo que sí que voy, y me resuelvo a dejar mi maleta en casa, correr a la cadena de televisión porque la presentación de las prácticas era a las once de la mañana y a mi casa sólo llegué a las once y media; llego, me presento, veo la realización del programa (se hace desde Barcelona los lunes), y derrepente, me encuentro en medio del parking de tve, con todos los autobuses en recorrido y sin saber cómo salir de "enmediodeningunaparte" hacia el centro de Madrid; como una hamburguesa en una irreconocible estación de Príncipe Pío (no sé en qué ciudad he estado viviendo estos dos últimos años), y voy con desgano y fé al castin que está muy cerca. Visto la misma ropa con la que el domingo salí de Quito, unos pantalones piratas (Capris, que los llaman allá, la pobreza no pierde la dignidad ni el glamour), zapatillas, una camisa de vestir(!!!) y un jersey precioso que me lo compró mi madre. En la sala de espera, como era de esperarse: diez argentinos. Hago lo que puedo, no salgo contento del casting porque, para colmo de males, me encuentro con un amigo argentino y actor que me dice ¿qué hacés acá? también buscan ecuatorianos? y me pone gesto de ¿sos pelotudo? Me olvido, regreso por fin a casa, enciendo el ordenar y acaricio al pobre gato que está francamente desequilibrado por mi ausencia y apenas me doy cuenta ya llega el chico a quien yo quiero para darme la bienvenida entre amor y risas. A veces me gusta olvidarme de él, dejarlo libre por momentos, regresar a su mirada y sorprenderme querido por un hombre bello, a su cuidado y con la intensa diversión de crecer juntos. Nos amamos. Cuando me preparo para salir un poco por ahí y evitar el sueño para regularizar el jet lag, recibo una llamada, no lo puedo creer, me han cogido para el anuncio que termina siendo una campaña entera, tres anuncios que se ruedan al día siguiente, convocado a las 12:30 en una calle de Madrid, me lleva el productor a mí con la maquilladora a un chalet en la zona norte de madrid, casa de diseño, casa para alquilar a rodajes, no entiendo cómo pueden tener un botero de tres metros por dos arrumado (literalmente) contra una pared; me maquillan, me pintan como con brocha porque al realizador le parezco demasiado blanco, me visten, empiezo a rodar: diez tomas el primer spot, para ser planos-secuencia no está nada mal la media, rodamos en 35mm; llega el cliente, me examinan la pinta, aprueban la ropa, el peinado, la barba (menos mal), y se ponen a opinar... (un horror); desbaratan mesuradamente la realización del segundo spot, aunque como era una buena idea y no muy arriesgada, pasa en doce o trece tomas, pero luego, a la caída del sol, con una luz espectacular, con una propuesta arriesgada del camaraman y del realizador, empiezan a ponerse pejilgueros [aquí es donde aprendo que, en publicidad, el cliente es el que tiene la última palabra]: veintitrés tomas!!! Hay un momento en que pierdo los nervios y no me sale el cmabio de texto, el camaraman se preocupa por mí, ¿Estás cansado? Puedes descansar un momento. no, no hace flata. ¡Descansa, por favor! Estaba cansado, claro, era evidente, pero mi primer audiovisual en España, me pueso tan speedico que no sentía o no quería asumir ese cansancio. Doce de la noche, el ayudante de realización, volante en mano, a mi casa, a quitarme el barro de la cara y a amar y ser amado.

Ronco, mucho.

Todo lo demás está tan lejos y además genera cansancio, estoy seguro. Por esto, por la verdad, por la vida, me aferro a la mirada del cámara, que gustoso del trabajo, desapegado de mi persona pero ocupado de mi trabajo, me respeta y con distancia me dice: descansa, por favor.

El eco resuena amplificado por mi voz, de mi mano, mis labios proclaman el mantra y poco a poco mi ocupación es poner rumbo a un lugar distinto, a ese sitio donde no hay sitio para el engaño. La palabra, necesaria, siempre, entre dos, es el lecho donde lo intangible aterriza; no es la negación de los silencios, es el cuidado de un otro que me quiere, que me hace, con el que soy un hombre que crezco y vamos juntos, como nunca (óyelo bien): Per aspera ad astra...

¡Descansa, por favor!

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